FRAGMENTO DE MEMORIA ACERCA DE “FRAGMENTOS DE MEMORIAS”

21 de Enero, año 2018.

 

            Mientras estudiaba la carrera de Mercadotecnia, en el año 2007; fui invitado a participar en una estación de radio por internet, haciendo la emisión de uno de tantos programas desde mi casa.  Ese primer programa tuvo el nombre de “Bichos Raros”.

El programa duro algunos meses, a causa de problemas internos en la administración de la estación; pero la experiencia me resulto útil y agradable.

Años después, en el 2011, como asiduo escucha de podcasts que era, una mañana me decidí a iniciar el propio; encendí la computadora esperando a que cargara todos los programas y comencé la búsqueda del software que había empleado antes para transmitir; descargue e instale el programa, busque en algunos foros la forma de configurarlo y finalmente un servidor que me permitiera alojar la transmisión, curiosamente en aquel entonces el que encontré, gratuito, funcional y accesible era de Inglaterra, por eso en muchas de las emisiones comenzaba diciendo: “Dios bendiga a la Reina”.

Faltaba poner un nombre, después de meditarlo un tanto, me di cuenta que existía uno que hacia perfecta referencia a lo que estaba haciendo, tanto en mis proyectos narrativos como en esta nueva empresa auditiva; fue así que nació oficialmente “Fragmentos de Memorias”.

Con ello listo, en la noche de ese mismo día comencé a transmitir.

La calidad de mis primeros episodios es bastante cuestionable, después de todo lo hacía por diversión y mi equipo era por decir lo menos: limitado.  Recuerdo que en alguna ocasión una gatita que tenía de mascota mordió el cable del micrófono, cortándolo; por lo que me quede sin la posibilidad de hablar en el programa, así que avise a los escuchas vía Messenger y finalice al poco tiempo dicha emisión.

Más de diez años han pasado desde aquel primer programa en “Bichos Raros” y pronto siete desde que nació “Fragmentos de Memorias”; en la Sexta Temporada comencé a cambiar la dirección del podcast, siendo entonces más humilde respecto al dominio que tenía sobre los temas acerca de los que hablaba, comencé a enfocarme a la narrativa propia; fue en dicha temporada que comencé con el proyecto “Eternal Souls”, inspirado en proyectos de exposición de Lore que había encontrado en Youtube, dicho proyecto se vio abrupta y claramente interrumpido por el fallecimiento de mi madre hacia finales de Octubre del año 2015.

Por ello tarde más de tres meses en emitir un nuevo episodio, por ello dicho episodio sería el primero de la Séptima Temporada, la cual ha sido la más extraña de todas; inicialmente estuvo constituida por sólo 4 episodios, entre ellos uno bastante sui generis que hice en apoyo a una amiga, por cierto; solo fueron 4 episodios durante el año 2016.  Después de más cambios importantes en mi vida decidí retomar el podcast con una Octava Temporada, habiendo pasado más de un año desde el último episodio real.

Después de iniciar un nuevo proyecto (The Xanthous King) y encontrarme próximo a terminarlo, es que en un acto simbólico decidí retomar el proyecto pendiente y la Séptima Temporada como tal, concluyendo con ambos el día 21 de Enero del año 2018, año y medio después de la emisión del último episodio; al final con un total de 8 episodios.

No recuerdo bien, creo que fue un 17 de Febrero cuando emití el primer episodio del Podcast.  De aquellos primeros programas no queda registro, borre la primera y segunda temporada no por accidente, sino por considerarlos simplemente programas de baja calidad.  De cualquier forma, he decidido adoptar la fecha del 17 de Febrero como fecha de aniversario, dado el simbolismo que personalmente tiene para mí el número 17.

Dicho lo anterior, me preparo para concluir la Octava Temporada del podcast e iniciar la Novena Temporada a partir del 17 de Febrero del año 2018, si la tecnología me lo permite y si la misma vida me lo permite.

La razón principal es muy simple: Me gusta compartir con los demás parte de la perspectiva que tengo acerca de la existencia, como es poco el tiempo que puedo compartir con muchas personas importantes para mí, este es un medio a través del cual puedo expresarles el amor que siento por ellas, en mi muy particular, humana y por lo tanto imperfecta forma de amar.

Comparto con ustedes el enlace a mi podcast:

http://mx.ivoox.com/es/podcast-podcast-fragmentos-memorias_sq_f143915_1.html

Un abrazo para ustedes.

 

 

Atentamente:

José Antonio

Gutiérrez Mora

EL PODCAST DE FRAGMENTOS DE MEMORIAS – Séptima y Octava temporada.

La razón por la cual deje de producir episodios del Podcast de Fragmentos de Memorias y que he dejado en pausa la séptima temporada durante tanto tiempo es sencilla, aunque sus causas algo extensas: Desmotivación.

 

El año previo a su muerte mi madre padeció una fuerte depresión de la cual ella no logro recuperarse.  Yo decidí hacerme cargo de varios procesos administrativos inherentes a la muerte de una persona en el mundo moderno, lo decidí debido a la falta de experiencia de mi hermana en esos tópicos y a que la inteligencia emocional de mi padre en esas fechas era sumamente mala para poder confiar en sus decisiones.

 

En los meses subsecuentes una cantidad absurda de amigos y familiares murieron en hechos no relacionados, perdí la cuenta en el noveno fallecimiento y no me interesa hacer un recuento de quienes fenecieron en aquellos meses.

 

Comencé a dejar de grabar mi voz y opté por escribir mejor algunos artículos en periódicos digitales de la localidad.

 

Además de las obvias razones emocionales, deje de escribir y grabar algunas cosas, porque parte de ellas estaban enfocadas a que mis padres y otros amigos las escucharán.  Con su partida o distanciamiento, el seguirlas produciendo ya no tenía mucho sentido para mí.  Deje de hacer también otras cosas en las que estaba trabajando.

 

Sin embargo, también hay otra causa importante.

 

Gracias a internet y las redes sociales actuales, no he descubierto sino reafirmado que en todo el mundo hay personas que hacen las mismas actividades que yo, pero con mejor calidad y con mayor éxito.

 

En mi muro de noticias de Facebook tal parece que sólo encuentro el mismo tipo de publicaciones:

 

1.- Ver como miles de personas tienen mejores vidas que las mía.  Viajando por diferentes países, siendo exitosos en sus trabajos, divirtiéndose en fiestas, siendo premiados por tal o cual proyecto.  Sé que en gran parte depende de la perspectiva, pero su visión constante puede afectar a personas que sienten que no son tan exitosas como quisieran y ven a otros que aparentemente si lo son, por lo cual es normal preguntarse ¿qué estoy haciendo mal?

2.- En el otro extremo: ver personas que están sufriendo tragedias o desdichas.  Columnas y columnas de malas noticias: terremotos, guerras, hambrunas, inundaciones, corrupción, enfermedades, asesinatos, robos, accidentes.  Tal parece que no hay un punto medio entre el éxito y la tragedia…, pero ese es otro punto.

3.- La mediocridad: chistes repetitivos hasta el cansancio, rumores sin fundamento como la enésima cura contra el cáncer o el nuevo fin del mundo, celebridades efímeras impulsadas artificialmente por televisoras que ya no saben cómo generar rating sin recurrir al morbo o la degradación humana.

4.- Sí resulta una cuarta opción.  Información importante para mí, noticias acerca de mis amigos, eventos interesantes, etc.  Pero la proporción en la cual las encuentro es de 1 a 10.  En el corto tiempo que he dedicado a seleccionar que noticias quiero y cuales no quiero ver en el muro de Facebook dicha proporción no parece cambiar.

 

El punto es que, he visto decenas de canales de videos, decenas de podcast que hacen mejor lo que yo hago; con mejores valores de producción, imagen, audio y contenido, a un ritmo mucho mayor al que yo puedo hacerlo; por lo que llego a sentir que casi cualquier tema acerca del cual pueda hablar, cientos o quizás miles de personas en mi idioma ya lo han hecho, más rápidamente y mejor de lo que yo podría hacerlo en el presente.

 

Por lo cual decidí dejar de producir cierto contenido.

 

Hay otras razones además.

 

No creo tener todas las respuestas, me sé ignorante acerca de muchos temas y veo como muchas personas opinan sin reserva de temas que no dominan, a veces desconocen flagrantemente.  En la actualidad ya no me resulta tan fácilmente criticar de forma “objetiva” porque he estado en muchos de los casos en ambas caras de la moneda, por ejemplo, en la administración pública; he sido servidor público y usuario, he sido vendedor y comprador, mesero y comensal, profesor y alumno; criticar sin conocimiento de causa, de forma agresiva e ignorante es fácil, hacerlo de manera informada, asertiva y propositiva no lo es.

 

No me resulta ya tan fácil criticar a los políticos porque no estoy allí para conocer la situación exacta, porque no tengo lo que considero datos suficientes, no dispongo del tiempo para investigar cada caso y profundizar en el; porque sé que existen políticos, medios y actores sociales que sesgan la información y la manipulan con el objetivo de engañar a cierta población y usarla para sus fines particulares; porque no quiero dejarme ir por la primera publicación que encuentre en facebook, twitter o que me envíen por whatsapp; porque vivimos en un ritmo tan vertiginoso que ya hemos olvidado a los niños que murieron por el cáncer a causa de un político corrupto, hemos olvidado a las víctimas de la delincuencia del mes pasado, porque (permítanme la licencia) “hemos olvidado el rostro de nuestro padre”.

 

En fin ¿qué ha cambiado?

 

En mi dinámica de vida, mucho en realidad y no quiero ahondar en ello, sino en sus consecuencias.

 

Es poco el tiempo que logro dedicar a la semana a mis conocidos, amigos, alumnos, familiares.

 

Me he preguntado, sino puedo pasar tiempo con cada uno de ellos, sino puedo escribirles líneas auténticas e individuales, sino puedo regalarles una llamada en que platique con ellos con autentico interés, ¿qué puedo hacer?

 

Escribir, lo único que creo que puedo hacer por la mayoría de ellos es escribir.

 

Compartirles a través de mis escritos una parte de mi perspectiva de la existencia, una parte de mi tiempo, una parte de mis memorias.

 

Éste pequeño regalo, cada quien determinará si es valioso para él, si es útil y podrá dedicarle el tiempo necesario para su lectura o escucha.

 

Por experiencia sé que quizás no sea mi padre, mi hermana o un amigo en particular quien lo encuentre valioso para él; pero… puede llegar alguien más, alguien a quién incluso desconozco al cual estas palabras, estas letras puedan resultarle útiles, inspiradoras o por lo menos divertidas.

 

Entonces habrán valido la pena.

 

Es por ello que decidí volver a escribir y eventualmente, retomar los podcast.  No tanto con opiniones acerca de películas o noticias del día, sino más bien con reflexiones muy personales y además con producción narrativa propia.

 

Sirva pues esto como un prefacio a la octava temporada de Fragmentos de Memorias.

 

 

 

 

 

Atentamente:

 

José Antonio Gutiérrez Mora

El Psicomante

EL SANO EGOISMO

Muchos consideran al “egoísmo” una cualidad peyorativa.

 

Si uno no es el centro de su propia existencia, ¿qué lo es entonces?

 

¿Por qué uno debería consagrar su existencia a otra cosa que no sea él mismo?, cuando en el pasado los reyes, los líderes religiosos, los partidos políticos, los presidentes nos han fallado, nos han mentido y manipulado para usarnos como carne de cañón en sus guerras, en la consecución de sus propios intereses sin que les importemos más que las reses que envían al matadero.

 

¿Cómo puedes amar a aquello que no conoces?

 

¿Cómo podrías no conocerte a ti mismo?

 

 

Conocerse a uno mismo es un acto de amor.

 

 

El negar el egoísmo

genera estructuras:

 

Sumisas.

Obedientes.

Mezquinas.

 

Lo malo no es centrarte en ti mismo,

sentir que eres el centro de tu propio universo;

lo negativo sería pretender ser el centro del universo de los otros.

 

Lo negativo sería pedir que otro viva para ti, que muera para ti.

 

Los seres humanos somos tan frágiles, tan efímeros,

que requerimos a los otros para sobrevivir,

el fruto de su trabajo, de su intelecto;

lo intercambiamos por otros bienes y servicios producidos por nosotros,

a través de papeles, monedas o dígitos que representan un valor comercial;

o a través del simple trueque,

cada quien puede elegir su sistema.

 

Buscamos la compañía,

formamos grupos, familias, culturas;

compartimos nuestro tiempo, nuestros pensamientos, nuestras emociones;

el producto de nuestro trabajo, de nuestro intelecto.

 

En el pasado nos han pedido, nos han ordenado;

que consagremos nuestra existencia a otros;

a un Dios, a una Fe, a una Religión, a un País, a un Partido, a un Líder;

en tantas ocasiones fue sólo para manipularnos y emplearnos como herramientas,

o en el peor de los casos, como monedas de cambio.

 

Si un ser humano decide renunciar a su libertad

a cambio de seguir a otro, estoy de acuerdo,

siempre y cuando sea su decisión consciente, libre y voluntaria.

El Mundo Desencarnado

(Éste artículo fue originalmente escrito por el escritor Javier Sicilia, entre los meses de Abril y Mayo del año 2003; ha sido copiado de manera integrá en el presente blog con la intención de preservarlo).

 

El 17 de abril, jueves santo del 2003, el Papa envió al mundo católico su carta
encíclica Ecclesia de Eucharistia, en la que vuelve a recordarnos que la eucaristía no
sólo es “el núcleo del misterio de la Iglesia”, sino también, que ese pan y ese vino, por
el milagro de la transubstanciación, son presencia viva del cuerpo y la sangre de
Cristo, y que el acontecimiento, que sucedió en la Palestina de hace 2 mil años (la
encarnación, la muerte y la resurrección de Cristo) vuelve a encarnarse, a hacerse
presente todos los días en ese misterio fundamental de la vida de la Iglesia.

No es mi designio hablar aquí de las páginas controvertidas de la Encíclica en relación
con la comunión con otras iglesias (debate que, por la manera en que la prensa suele
descontextualizar las frases, se ha vuelto confuso), sino preguntarme ante ustedes ¿por
qué el Papa tuvo la necesidad de enviar una encíclica eucarística?

Me parece que se debe a que la catolicidad, sometida a la percepción que nos marca la
era de los sistemas – el subproducto contemporáneo de la tecnología-, nos impide ver la
profundidad de ese acontecimiento, lo que de alguna forma significa un proceso de
desencarnación de Cristo y, en consecuencia, del mundo mismo.

Esto, que en la encíclica Papal es una institución que aún no llega a desarrollarse con
todo el peso de la conciencia en la Iglesia –de ahí sus tremendas contradicciones:
mientras busca mantener vivos los signos de una Iglesia que preserva la encarnación,
pacta, al mismo tiempo, con un mundo cuyos valores constantemente la niegan-, fue
visto claramente por Iván Illich, cuyo pensamiento hunde sus raíces en una teología y
una historia de la encarnación.

En una carta escrita a su amigo, el científico Hellmut, poco antes de su muerte, con esa
forma apofática, casi elíptica, con la que Illich solía exponer sus ideas, habla de esta
desencarnación del mundo, que cuando escribía en alemán llamaba ausbettung, o en
inglés disembedding (acuñada por su maestro Kart Polany) y que a falta de un buen
equivalente en español habría que traducir por “desincrustación”, “desempotramiento”
o “desencastramiento”.

Para la mayoría de nosotros, que nacimos en la era de la desencarnación, es decir, en la
era de los campos de exterminio nazi, de los Gulags soviéticos, de Guernica, de
Vietnam, de Iraq, del dominio de las instituciones, del automóvil, de la televisión, del
genocidio, del proyecto Genoma, Internet y la clonación, esta percepción de Illich parece
difícil de entender, como es difícil de entender el énfasis que el Papa ha puesto ahora en
la eucaristía.

Sin embargo, tanto Wojtila como Illich –que en la intimidad tenía serias críticas a las
formas prevaticanas y ambiguas con las que el Papa suele ejercer su pastoral- pertenecen a esa última generación que vivió el brutal cambio de un mundo encarnado a uno que se desencarnó. “En otro tiempo –abre Illich su carta a Hellmut pensando en su próxima muerte-, quien moría abandonaba el mundo. Hasta ese momento había estado en él.

Nosotros dos pertenecemos a la generación de quienes todavía “llegaron al mundo”
(pero) que hoy están amenazados de morir privados de suelo (es decir, sin fondo, en un
abismo). De manera contraria a los miembros de todas las generaciones, nosotros
vivimos la ruptura con el mundo”.

En tiempos antiguos, incluso aquellos que renunciaban al mundo y se ponían al
margen de él, llevaban el peso de este mundo redimido en su carne. Cada parte de la
creación: olores, sabores, sensaciones del cuerpo, estaban en la piel como parte de ese
mundo en el que Cristo se encarnó para devolverle el sabor del Paraíso. Quienes se
inclinaban ante el misterio eucarístico, no sólo veían en él el pan y el vino, sino a Cristo
mismo, encarnado, participando en dos de las partes más elementales de una cultura.
Ese mundo en el que Illich y Wojtila nacieron, repentinamente se esfumó: el cuerpo,
ese cuerpo que tenía íntimas relaciones con el mundo, se desencarnó, dejó, por los
poderes de las instituciones, de la tecnología deificada y, ahora, de los sistemas, de estar
en él, se desincrustó de la historia; dejó de ser una carne de relaciones íntimas con el
mundo.

Todo el mundo empieza a ser destruido en su carnalidad y administrado por aparatos;
todos nuestros cuerpos sometidos a las instituciones tecnológicas que a su vez están
manejadas por aparatos. Yo no soy si no me ampara una credencial que lleva mi
fotografía, y no existo sin una clave llamada CURP.

Paul Celan, el poeta que más amaba Illich, ese hombre que vivió, a través de la
tecnología nazi –la misma que, ampliamente desarrollada hizo los recientes bombardeos
de Iraq-, los primeros procesos de la desencarnación en los cuerpos de los judiós de
Auschwitz, y que años después termino suicidándose en las aguas del Sena, fue muy
sensible a esta realidad de la desencarnación. Su mejor poesía, tan profunda como el
dolor que le introyectaron en su cuerpo despojado, revela que el pasado, ese mundo, –
tan bien descrito por los mejores cuentos de Isaac Babel- en que las comunidades judías
experimentaban la encarnación, se volvió polvo y sólo puede ser recordado. El mundo
de la encarnación –nos revela de alguna forma la dolorosa poesía de Clean- ya ni
siquiera yace enterrado bajo las capas de los escombros en las profundidades del suelo,
ha desaparecido bajo el espectro de los sistemas y de los expertos, como la frase que
borro con la tecla de mi computadora que dice “suprimir”.

“Lo que en el Tercer Reich era –dice Illich en su carta- todavía propaganda (del poder
tecnológico), se vende hoy como menú de computadora o como seguro, como asesoría a
estudiantes o como terapia tanatológica, anticancerosa o de grupo”. “Nos privan –decía
un jesuita que entubado en un hospital médico le prolongaban innecesariamente la vida de- nuestra propia muerte”; pero también, bajo el peso de la era de los sistemas, de las
minúsculas informaciones, de las amabilidades administrativas, de los consejos
profesionales, de la publicidad y de la necesidad de los servicios, de los manuales, de los
libros de autoayuda, de los facilitadotes, se nos priva de nuestra existencia, de nuestra
realidad encarnada.

“La realidad sensorial –vuelvo a la carta de Illich- está cada vez más recubierta por
mandos sensoriales para ver, oír, saborear. La educación para sobrevivir en un mundo
artificial comienza en los primeros libros escolares cuyos textos sólo son modos de
empleo de gráficas (que nada tienen que ver con el mundo encarnado de los sentidos);
esta educación concluye con la dócil predisposición de los moribundos a no juzgar su
estado más que por los resultados de las pruebas de laboratorio. Entidades abstractas,
excitantes y colonizadoras del alma han recubierto la percepción del mundo con un
acolchado plástico. Lo noto cuando hablo de la resurrección de los muertos con los
jóvenes: su dificultad no reside en una falta de confianza, sino en el carácter
desencarnado de sus percepciones, dentro de un modo de vida en constante distracción
de la carne.”

Juan Pablo II tiene razón al volver a recordar al mundo católico el misterio eucarístico
en el que la encarnación de Cristo y la redención del mundo de la carne se revela y se
hace presente; el problema que tiene, y con él toda la Iglesia, habitada también por la
desencarnación, es cómo nos devolvemos la percepción que nos permitiría no sólo
volverla a ver, sino a experimentarla con todo el peso de nuestros sentidos y de nuestra
pobre carne despojada. ¿Qué propuesta tenemos que hacer a nosotros mismos y al
hombre de un mundo desencarnado en el que estamos inmersos?

Illich, simplemente dejó esta reflexión, que recuerda con nostalgia ese mundo que
algún día tuvo ese magnífico y profundo peso de la carne y el suelo y que nos invita a
una ascética de los sentidos en un mundo artificial: “En un mundo hostil a la muerte, tú
y yo –le dice a Hellmut- ya no nos preparamos para que “la muerte nos acoja”, pero sí,
todavía, para una muerte intransitiva. En la ocasión de su septuagésimo aniversario,
celebremos la amistad que nos permite alabar a Dios por la realidad sensible del mundo
a través de nuestro adiós a ella”.

Javier Sicilia

PRECIOS CAROS, JUSTOS Y BARATOS

Para decir que algo tiene un precio justo, caro o barato primero debemos tener clara la calidad que dicho producto o servicio tiene para nosotros.

 

Recordemos que la calidad se refiere a la forma en que el producto o servicio satisface mis necesidades particulares, entre mejor lo haga, mejor calidad tendrá el producto (para mí).

 

Dicho eso, al momento de evaluar el precio de un producto que vamos a comprar, debemos preguntarnos lo siguiente:

 

¿Cuánto estaría dispuesto a pagar por un producto que satisfaga determinadas necesidades?

 

Digamos, nuevamente; que yo estoy buscando comprar un par de botas con características muy particulares; por los beneficios que me ofrecerá estoy dispuesto a pagar $1,500.00

 

Ahora, voy a un mercado y encuentro diferentes marcas de botas, con características muy semejantes entre sí, las cuales satisfacen mis necesidades.

 

El primer par de botas tiene un costo de $2,000.00

Costo / Beneficio

$2,000.00 / $1,500.00 = 1.33

 

El segundo par de botas tiene un costo de $1,550.00

$1,550.00 / $1,500.00 = 1.03

 

Por último, en tercer par de botas tiene un costo de $1,250.00

$1,250.00 / $1,500.00 = 0.83

 

Cuando el resultado es mayor a la unidad, decimos que es caro.

 

Cuando el resultado es cercano o igual a la unidad, decimos que tiene un precio justo.

 

Cuando el resultado es menor a la unidad, decimos que es barato.

 

Esto va más allá de las diferentes ofertas que encontramos en el mercado, es decir; si investigamos lo suficiente, siempre encontraremos una oferta más barata; sin embargo, hay que considerar el tiempo, el esfuerzo e incluso otros gastos como el de transporte que podemos invertir para conseguirlo.

 

¿Vale la pena invertir tres horas más de tiempo y $150.00 de combustible y estacionamiento para comprar un producto $250.00 más económico?

 

Si pensamos comprar una docena, desde luego que sí; pero si pensamos comprar una sola unidad; ¿Cuánto vale para nosotros nuestro tiempo y esfuerzo?

 

El facilitar el acceso a un producto o servicio, tanto en tiempo como en esfuerzo, es un aspecto muy importante a considerar en el precio de compra y venta.

 

Esa es otra “necesidad” que los distribuidores se encargan de satisfacer.

LA CALIDAD ES UNA CUESTIÓN SUBJETIVA

Decir que algo es un producto de “calidad” no se refiere a que esté hecho de los materiales más resistentes y duraderos, tampoco que sea el más eficiente en cuanto a consumo de energía o combustible; hablar de diseño estético es ya aún más subjetivo.  Decir que algo tiene alta o baja calidad se refiere a cuales de mis necesidades satisface y que tan bien lo hace.

Pongamos un ejemplo de zapatos para responder dichas preguntas.

Yo necesito un calzado que sea resistente, con el que pueda caminar más de 18 kilómetros al día sobre terracería y pavimento, poder pisar con el sobre charcos de agua e incluso sobre vidrios rotos; requiero usarlos por lo menos 5 días a la semana y quiero que me duren por lo menos 9 meses.  Tal vez yo requiera un par de botas de X características.

Otra persona puede requerir un calzado cómodo, ligero, con el que no va a caminar más de 1.8 kilómetros por día, dado que pasa la mayor parte de su tiempo en automóvil y en oficinas; además, necesita que su calzado se vea lustroso y en buen estado, pues debe proyectar una imagen pulcra y “exitosa”, además no los usará diariamente, pues debe alternar su uso con otros para que sean acordes a su vestuario; tal vez él deba adquirir un par de zapatos de vestir, con una estética acorde a su vestimenta.

Son necesidades diferentes, aunque pudieran tener el mismo costo, digamos, unos $1,500.00; si yo comprará un par de zapatos de vestir para mi quehacer diario, probablemente a la segunda semana la suela o la piel ya se estaría rompiendo y yo diría que dichos zapatos son una porquería.

O quizás necesito un calzado que se vea “bien” el cual usaré sólo un par de días para un evento, necesito que sea ligero y cómodo; en dicho caso, comprar un par de zapatos que me ofrezcan por $150.00 puede ser una opción razonable; puedo decir que es un producto de baja calidad, pues yo sé que prácticamente son desechables, pero servirá para satisfacer mis necesidades concretas en dicho momento.  Es allí en donde entra en el panorama el precio, y su relación con el  costo / beneficio.